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"Las grietas" de Alejandra Jaramillo Morales

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Las grietas. Medellín: Cámara de Comercio de Medellín, 2017. Hay algo frustrante en este libro. Y no lo digo por su cuento “El ángel”, que, a diferencia de todos los demás, parece escrito para causar pesar y cuyo final se adivina desde el segundo párrafo, sino por la sensación de que cada cuento en sí mismo es una pequeña obra de arte de gran valor estético y que aun así el libro como conjunto no está a la altura de sus partes individuales.  El libro repite hasta la saciedad, y aquí el lugar común funciona muy bien, pues es literalmente hasta la saciedad, el contraste garcíamarquiano entre un interior del país idealizado por lo negativo (gris, oscuro, aburrido, trágico) y un Caribe colombiano idealizado por lo positivo (multicolor, radiante, efervescente, festivo). García Márquez es sin duda el referente principal en este aspecto, pues no solo se menciona un par de veces en los cuentos, sino que se hace con una reverencia un tanto genuflexa en ocasiones, incluso como el

"La ceiba de la memoria" de Roberto Burgos Cantor

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La ceiba de la memoria. Bogotá: Seix Barral, 2007 He leído en alguna parte que un gran logro de esta novela es su polifonía. Yo estoy en desacuerdo. Pienso que la novela se impone al lector a pesar de su falta de polifonía, a pesar de las voces que difícilmente se distinguen entre sí, gracias a la importancia de su tema y la forma de abordarlo, gracias a las múltiples miradas que da sobre una misma tragedia y un mismo fracaso, que no es de una persona, sino de nosotros, seres humanos. Todo en esta novela funciona perfectamente, es una novela sin duda admirable, aun cuando todos sus personajes hablen básicamente igual. Los términos que emplean, la sintaxis, las metáforas, la forma de expresar inquietudes y dolores, todo lo que son en cuanto objetos de palabras, es semejante de un personaje al otro. No cambia en realidad, a pesar de que hay algunos intentos con Benkos Biohó y especialmente con Analia Tu-Bari. Pero incluso ellos dos terminan hablando igual que los demás personajes: c

Algunos comentarios críticos sobre la novelística de Pablo Montoya

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Imagen tomada del periódico La Opinión https://www.laopinion.com.co/cultura/que-es-lo-bueno-del-triptico-de-la-infamia-130005#OP Afirmar que Pablo Montoya es un buen escritor resulta casi una perogrullada. No solo lo acreditan premios tan importantes como el Rómulo Gallegos, que obtuvo en 2015, sino que es algo que todo lector puede constatar por sí mismo sin grandes dificultades al recorrer sus libros. De inmediato se nota el equilibrio entre su prosa segura e imperturbable, sus diversos recursos poéticos, una erudición que invita a saber más en lugar de apabullar, y su interés sincero por problemáticas humanas que se centran principalmente alrededor de la violencia y el poder. Es muy probable que cuando todos nosotros estemos muertos, y cuando las tendencias literarias hayan cambiado tanto que sean irreconocibles para los estándares actuales, la obra de Pablo Montoya se siga leyendo con interés, en busca de respuestas para problemas futuros. No puedo decir que conoz

"Malas posturas" de Lina María Parra Ochoa

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Malas posturas.  Medellín: Editorial Universidad Eafit, 2018. Este es un buen libro de cuentos. Lo vi por casualidad en una feria universitaria del libro y me atrajo por su carátula, que apela muy bien a algunas de las metáforas que luego el lector encuentra en él. Pero no fui yo, sino Anna, quien lo tomó y terminó por comprarlo. Es un primer libro, según la declaración de la propia autora. Pero un primer libro que muestra años de dedicación a la escritura, a la lectura parsimoniosa, a la observación constante y paciente de la vida en Medellín. En sus once cuentos, el libro se presenta en un tono menor, sin pretensiones experimentales ni de ruptura con una tradición. Más bien se detiene con mucha serenidad en la contemplación casi silenciosa de esa clase media de la ciudad nacida a partir de los años setenta cuyos padres emigraron de los pueblos de Antioquia para asentarse en la capital. Esa clase media que creció y estudió en la ciudad, pero que regresaba cada seis meses